Paisajes desde la gasolineria
Mi padre trabajaba en una gasolinería, entraba a las ocho de la mañana y salía a las seis de la tarde.
Durante su turno en la estación de servicio, cargaba nafta a conductores indiferentes, intercambiaba frases con los taxistas, se manchaba las manos de aceite, se enfrentaba al viento helado del invierno.
¿Qué más hacía mi padre durante 10 horas diarias de trabajo a la intemperie?
Yo nunca lo supe, y nunca se me ocurrió preguntarle.
Como todos los jóvenes en esa época yo estaba cegada por lo que creía que era mi propio destino.
Pero hoy creo comprender lo que hacía mi padre durante esas horas:
Pintaba paisajes.
¿Cómo es posible que alguien pueda pintar paisajes y al mismo tiempo despachar combustible? No lo hacía al mismo tiempo… Guardaba en su memoria lo que veía y luego lo pintaba…
¿Pero qué veía mi padre desde su puesto, al lado del surtidor de combustible, durante los veinte años que trabajó en el Automóvil Club Argentino?
¿Qué paisajes podía disfrutar desde esa posición?
Hoy en día, descubro en su obra, que los paisajes eran infinitos:
Recuerdo que mi padre me comentó un día que le fascinaban los afiches publicitarios callejeros. “Son enormemente expresivos (Me decía). El azar crea composiciones únicas y lo más interesante de todo: cambian a cada momento, con el viento y la lluvia”.

Esa es la respuesta entonces:
Desde su trabajo en la gasolinería, mi padre podía ver unos carteles publicitarios, que se encontraban en la acera de enfrente:
allí estaban los paisajes.
El no necesitaba moverse, ni viajar, ni instalarse con su paleta frente al mar (como había hecho antes, como suelen hacer todos los paisajistas según la enseñanzas del impresionismo).
Ahora los paisajes venían a él, se presentaban ante él y por suerte cambiaban día a día.
Seguramente un espectador puede encontrar muchas más interpretaciones en esta serie de obras : “Los collages”. Los discursos se mezclan y nada significan, las palabras, las letras y los anuncios se convierten en silencio. El absurdo y el sinsentido…
Hay muchas interpretaciones posibles, igual de válidas y profundas, sin embargo yo prefiero ver en estas obras, la serie de los collages, la vocación inocente y genuina de un pintor… de pintar “lo que ve”, “lo que tiene delante”.
Recuerdo que es eso justamente lo que decía mi padre:
“El arte no está relacionado con la fantasía o la locura, como se suele suponer.
Al revés, el arte es la vocación más realista. Es la capacidad de ver, lo visible. ¡Tener los ojos abiertos ante lo obvio y lo evidente!... eso es lo que tenemos que hacer los artistas”.
Pero qué difícil el hacerlo…
Hoy en día le doy la razón a mi padre. ¡Qué valiente fue él y que valiente hay que ser, para mantener los ojos abiertos sin pestañear, ante todo el horror y la belleza del mundo!

Sin título · Óleo y collage 50cm x 70cm · Década del 90´

Sin título · Óleo y collage 38cm x 42cm · Década del 90´

Azul y rojo · Técnica Mixta 13cm x 14cm · 1994

Sin título · Óleo y collage 50cm x 70cm · Década del 90´